The Cure y el tiempo recobrado

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A 26 años de su primera visita, el grupo de Robert Smith dio un extenso y autobiográfico show en River. En 40 canciones, estuvo a la altura del anhelo que generó la larga ausencia.

Esta vez no hubo un aquelarre en las puertas del estadio, ni se vieron tantos raros peinados  o expertos en make up, como había ocurrido en el lejano 1987. Pero en su segunda visita al país, The Cure se entregó sobre el escenario de River como en sus mejores tiempos, con un muy extenso show de tres horas y media y un repaso minucioso por su carrera, que se cerró en 40 canciones.

El grupo liderado por Robert Smith se presentó anoche en Buenos Aires con una enorme expectativa, construida con la leyenda de los descontrolados shows en Ferro, cuando terminaba la primavera alfonsinista, y los rumores recurrentes de una vuelta que no terminaba de concretarse.

A las 21.26 de anoche, media hora después de lo previsto, el retorno finalmente ocurrió. Con fondo de estrellas en la pantalla central, en unapuesta muy somera, sonaron los primeros acordes de Plainsong y Smith, junto al resto de la banda (en definitiva, retazos de diversas etapas de The Cure) le propuso al público argentino un viaje largo y profundo a pesar de algunos altibajos, en el que fue acelerando de a poco.

Pictures of you, Lullaby (con las primeras muestras de histrionismo de Smith, algo parco al comienzo del recital y más afable a medida que pasaron los temas) y High dieron a entender que Disintegration yWish, así como Kiss me, kiss me, kiss me, iban a ser los discos faro del concierto.

El público fue una señal fuerte del tiempo que pasó entre la primera visita del grupo y ésta. Y de los cambios que dejó. Con alta presencia de mayores de 35 años, quienes hubieran sentido curiosidad por ver una colección de raros peinados viejos y maquillaje se habrían llevado una decepción. El desfile de looks parece estar, por estos tiempos, en otra parte. Lo que sí dijo presente fue un trayecto musical por momentos viscoso, en otros más accesible, pero siempre potente y denso.

Ese público en general maduro, en un campo con varios claros, comenzó a levantarse con The end of the world, coreó sin dudarLovesong y saltó homogéneo con Push, In between days y Just like heaven, el primer momento realmente caliente.

Fue llevado por la banda, oscilando entre lo correcto y lo excelente, y fundamentalmente por la voz de Smith, una especie de Dorian Grey que se mantiene intacto en el registro y en expresividad. Lo demostró en una hipnótica versión de A forest y en la sensible Trust.

La lista desmesurada de canciones le permitió al grupo darle a los seguidores un par de gustos de paladar negro. Por ejemplo, la inclusión de From the edge of the deep green sea, una joya abrumadora deWish, casi un ejercicio sónico. O la simpática Bananafishbones. Pero también le sumó momentos de baja tensión, como en Want, Sleep when I’m dead o The Hungry ghost, canciones sin demasiada trascendencia que fueron recibidas con indiferencia.

No ocurrió eso con los clásicos de siempre, tocados con la solidez de los años, como Charlotte sometimes, Primary, The Walk o Friday I’m in love (presentado por Smith como lo más apropiado para un día como ayer y un estallido de fervor promediando el show).

Disintegration cerró formalmente el set. Y en la primera etapa de los bises, la banda se tomó un respiro, con la ominosa The Kiss e If only tonight we could sleep. Para un segundo regreso al escenario, The Cure tiró una avalancha de pop, new wave y hasta algo de funk. Se encadenaron hacia el final The Lovecats, The Caterpillar, Close to Me, Hot Hot Hot!!!, Let’s Go to Bed , Why Can’t I Be You?, Boys Don’t Cry y 10:15 Saturday Night. El cierre llegó con el primer simple del grupo, Killing an Arab, de cuya grabación ya pasaron 35 años.

No había cumplido una década cuando The Cure llegó por primera vez al país. Ahora, 26 años después, ya no se debe hablar de tiempo perdido. Se puede pensar en un tiempo recobrado.

© Guillermo dos Santos Coelho & Clarín

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La inolvidable primera vez

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En la vida, cada cierto tiempo, existe una serie de eventos que reviste de una carga simbólica tan fuerte que se instala de una forma duradera en el inconciente o en la colección de recuerdos de alguien. Estos episodios, siempre importantes, tienen un origen tan puro como indeleble: la primera vez. Tras disfrutar las más de tres horas de show que nos brindó The Cure, se puede afirmar que califica como uno de esos momentos.

Para afirmar lo anterior, hay que recordar que la incubación del arribo de los ingleses a nuestro país fue de muchos años, abarcando más de una generación, un sueño largamente acariciado. Siempre encabezando la lista de las grandes deudas musicales, lo que ocurrió anoche en el Estadio Nacional fue el ajuste de cuentas más esperado por muchos. 42 canciones después, cabe decir que se pagó con creces.

Como todo magno evento, la previa fue un ingrediente especial. Fanáticos acampando la noche anterior, en las afueras del coloso de Ñuñoa, con banderas y todo tipo de indumentaria alusiva al conjunto de Robert Smith. Conforme la hora de apertura de puertas se acercaba, la prueba de que la banda ha calado hondo en nuestro país fue haciéndose ostensiva: poleras, gente disfrazada, pintada, imitando la reconocible “chasca” del ícono de los labios pintados abundaron en los alrededores del recinto de Avenida Grecia.

Una vez que se permitió la entrada, la marca generacional también se sintió fuerte: cuarentones, veinteañeros y adolescentes, todos congregados para romper con más de tres décadas de promesas incumplidas, de visitas anunciadas pero nunca concretadas. Como se dice, había que sufrir para llevarse el premio mayor.

Los números de apertura, a cargo de Amöniacö y Prehistóricos fueron recibidos como se avizoraban: con más indiferencia que rechazo. A su favor, hay que decir que ambas bandas estuvieron lejos de amedrentarse, ofreciendo su propuesta, amparado en el excelente sonido que tuvieron, algo bastante inusual –aún- en este tipo de eventos, sobre todo si los teloneros son de la casa.

Cuando el reloj ya se adentraba algunos minutos de las 21 horas, las luces se apagan, y una gruesa capa de humo inunda el escenario. Desde esa penumbra, ingresa la banda y toma sus instrumentos. Sin mucho anuncio, arrancan con ‘Open’ y ‘High’. Ovación cerrada para las interpretaciones de “Wish”, álbum que el 2012 cumplió dos décadas y que, pese a ser algo menospreciado en su momento, logró llegar a una decente vejez.

Ya se tenía conocimiento de que el show de The Cure sería maratónico, de esos que pocas veces tenemos la oportunidad de ver en nuestro país en encuentros de esta envergadura. Sin embargo, la generosidad de la banda con el público fue sorprendente, porque tocaron todo, si, todo lo que tenían que ofrecer. Una larga lista de grandes éxitos que se prolongó durante más de tres horas y media de concierto, encapsulados en más de cuarenta tracks que no olvidó épocas.

Gran parte fue revisado, desde “4:13 Dream” (2008), su último disco de estudio a la fecha, con ‘Sleep When I’m Dead’ y ‘The Hungry Ghost’, hasta clásicos indelebles del cancionero popular de los ’80 y buena parte de la década siguiente: ‘Lovesong’, ‘In Between Days’, ‘Just Like Heaven’, ‘Pictures of You’ y ‘Lullaby’ aparecieron en los primeros 10 tracks, una verdadera locura para muchos, pero que mostraban la seguridad del conjunto en un repertorio incombustible.

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‘A Forest’, ‘Bananafishbones’, ‘Mint Car’, ‘Friday I’m in Love’ fueron puntos destacados de la primera parte, en que la interacción directa de la banda con el público –que se elevó por sobre las cuarenta mil personas- fue casi inexistente; ¿habría que criticar algo así?, para nada, lo poderoso de The Cure, desde un comienzo, fue la música. Robert Smith nunca fue alguien polémico, ni tampoco un tipo consumido por la vida del “rock star”. Él, seguramente uno de los compositores más influyentes del rock, es tranquilo, sólo preocupado de hacer su trabajo, y entregar lo mejor. Por eso los cortes se sucedieron sin mucha pausa, y él esbozó escuetos agradecimientos. No se necesitaba más. El público estaba entregado desde el minuto en que el show se confirmó.

La banda en vivo es, simplemente, espectacular. Simon Gallup, el eterno compañero de Smith en el grupo, entrega estilo acompañado de su bajo; Roger O’Donell la mesura desde su teclado; Jason Cooper marca los tiempos con la fuerza de su batería y Reeves Gabrels demostrando que es un monstruo en la guitarra: el solo que entregó en ‘From the Edge of the Deep Green Sea’ fue elocuente. Y está Robert Smith, ¿tenemos algo que decir de él?, es un ícono incuenstionable, su sola presencia bastó para que el estadio se viniera abajo, su primera sílaba fue suficiente para que el griterío aumentara sus decibeles y, además, su voz está impecable.

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Luego de 25 canciones, la primera parte dio paso al primer bis, que estuvo cargado a la oscuridad que “Faith” (1981), “Pornography” (1982) y “The Top” (1984) encerró, y que representó una de las primeras transformaciones sónicas del conjunto: ‘Shake Dog Shake’, ‘Primary’, ‘Cold’ y ‘The Hanging Garden’ estuvieron llenos de texturas, poder y tensión, y que fue la gran diferencia que marcó esta parada con las otras que se han hecho en el tour por Sudamérica.

La medianoche ya era una realidad, más no el fin del concierto. La lista se empinaba por la treintena de tracks, pero aún así The Cure se animó a salir al escenario y lanzó una lista de grandes éxitos en que el Estadio Nacional dio lo mejor de sí: ‘The Lovecats’, ‘The Caterpillar’ ‘Close to Me’, ‘Hot Hot Hot!!!’ y ‘Let’s Go to Bed’ encendieron al público que elevó vítores con los últimos cuatro títulos del set: ‘Why Can’t I Be You?’, ‘Boys Don’t Cry’, ’10:15 Saturday Night’ y ‘Killing an Arab’.

Del debut de The Cure en Chile se ha hablado bastante. Convertido en mito desde antes que se hiciera realidad –durante los años fue anunciado muchas veces, pero jamás se materializó-, la primera vez del icónico conjunto de Robert Smith en nuestro país se encumbra sin mucho esfuerzo dentro de lo más granado que ha tenido nuestro país en eventos masivos. Para muchos llegó tarde, sin material inédito. Puede que sea cierto, pero la verdad está de cajón y en forma de pregunta: ¿qué otra banda puede darse el lujo de mostrar más de 40 grandes éxitos en vivo sin mostrar un ápice de cansancio?

De los tres chicos imaginarios que se formaron en 1976, vimos a un quinteto que ha sabido explorar las facetas del rock: post-punk, new wave, parámetros del gótico, son sólo algunos de los logros que The Cure ha alcanzado con los años. Trabajos discutibles y otros para enmarcar dentro de lo más alto, todo eso encerrado en una carrera que ha sabido soportar el plazo de los años, convocando a miles de personas en torno a un evento histórico a todas luces. The Cure en Chile tuvo toda la magia de la primera vez, y por supuesto que nunca se va a olvidar.

© Jean Parraguez & A n t r o p o f ó b i c a

The World According to…The Cure’s Robert Smith

The Cure are one of the most talked-about acts slated to play Lollapalooza and Austin City Limits this year, and with a new wave of fans discovering the band’s classic alternative tunes, it’s suffice to say the Cure are hot. The band would be little without its legendary frontman Robert Smith, and in honor of the Cure’s upcoming U.S. festival run, we decided to look back on Smith and his eyeliner-wearing, goth-laced legacy with these choice quotes.

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On what he remembers from being a very new band, as told to Word (via CraigJParker.blogspot.com):

“When we started doing this, I was still at school. When we did Three Imaginary Boys it was spiky, it wasn’t really me. I remember bending Lol’s ear to be a bit more like XTC. I played with the Banshees [after their guitarist John McGeoch suddenly left] through our first tour, and it allowed me to think beyond what we were doing. I wanted to have a band that does what Steve Severin and Budgie do, where they just get a bassline and the drum part and Siouxsie wails.”

On gaining mainstream success, as told to SPIN in 1993 (via The Guardian and Rock’s Backpages):

“I’m sort of worried about the fact that we’ve become quite popular in America, but this is it – we’ve hit our level. We won’t get any bigger, which is a relief in a way!”

On what he was listening to when the Cure were first getting their feet wet, as told to Word (via CraigJParker.blogspot.com):

Nick Drake and Van Morrison were my touchstones. And funnily enough, Space Oddity. But I also listened to the Gayane Ballet Suite by Khachaturian, which sounds terribly pretentious, but if anyone listens to it, they’ll discover the most brilliant sound. I wanted to incorporate all that into an album, and that was what Seventeen Seconds was all about. My dream was to be someone who could go anywhere and play music: in some ways that’s still my dream.

On not wanting the single “Let’s Go To Bed” to ever be released, as told to the Rock ‘n’ Roll Alternative Show in 1983 (via Impression of Sounds):

“It wasn’t as dumb as I wanted it to be. It was really me reacting against the Cure’s image, the states we’ve gone through. So I wanted to do something that was really, really dumb and pop. The words mean nothing. Once I recorded it I thought maybe this isn’t quite right. And it was taken over and taken to its logical conclusion and released… Looking back maybe it wasn’t such a bad thing. But at the time I was really, really angry ‘cause I didn’t want it released.”

On not having any downtime, as told to SPIN in 1993 (via The Guardian and Rock’s Backpages):

“Reading is something I’ve really missed, not being able to enter people’s worlds. But I never seem to have time for it: I’m either too tired or I’ve been drinking. Last night I don’t know where I ended up! I remember walking through a hotel reception and it was daylight. I was still drinking at six o’clock in the morning and I thought, I wouldn’t be doing this if I was at home.” He sounds exasperated. “I started out in the Cure reflecting things that I thought were important, and it’s reached a point where it takes over and becomes the thing that is important. I’d like to take a lot of time off – maybe all through next year – and do things as a person rather than a singer or someone in the Cure. But I suppose it was always at the back of my mind that people would forget who we were. There’s always people around sowing seeds of doubt. ‘If you go away for too long, you can’t really come back.’ I’m confident enough now to know what’s rubbish. I think if we took a two-year break, it wouldn’t matter at all as long as what we did next was good.”

On whether he ever wanted to be a “pop star,” as told to Word (via CraigJParker.blogspot.com):

No! I just wanted to not regret anything. That was my driving force. It sounds really old-fashioned and naive, but integrity was paramount. That’s why I liked Alex Harvey and Nick Drake and Jimi Hendrix, because they had integrity.

On living the anti-rock star lifestyle, as told to The Quietus in 1989:

“I never think of myself as a rock star. I never even think I’m in a group unless I’m doing an interview. I still shop at the same cake shop. I live in the same basement fiat in Maida Vale. Drive the same old jeep. I spend a lot of time doing pointless things like, um…keeping all our artwork going but I never even pick a guitar up nowadays because…. I dunno…. I never get any better. I would prefer to read than play the guitar. And I’ll read anything because I’m … cursed. I have to finish a book once I’ve started it, um….which means that I read a lot of dross.”

On wearing makeup, as told to Ear Candy in 2004 (via Blog.SeattlePi.com):

“I wore makeup when I was at school and I wore makeup when glam started. I started wearing it again when punk started. I’ve always been drawn to wearing it. It’s partly ritualistic, partly theatrical and partly just because I think I look better with it on.”

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On social media, as told to The Guardian in 2011:

“I’ve got a Facebook page, but I’ve never put anything on it. I’ve got a presence on all the social networks, in fact, but I’ve never once sent a message. I’m there because otherwise, someone’s going to pretend to be me. The idea of doing an interview nowadays … I have no interest or desire in having a conversation with anyone other than the people that I know. I’m in the strange position of the world drifting away from me, but you know what? I’m actually quite content with that. It doesn’t bother me in the slightest. I don’t feel like, ‘Oh God, I’m being left behind.’”

“Robert Smith mandou champanhe para o camarim!”

Meu amigo Elson Barbosa, baixista da banda Herod Layne, achou que era um trote: “Vocês não querem abrir a turnê do The Cure no Brasil?” dizia o e-mail. Pedi ao Elson para escrever um texto contando a bizarra e inesperada aventura de sua banda com o Sr. Robert Smith e cia. Aí vai o relato dele:

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“Do nada, chegou um email da produtora: ‘Retornar contato urgente referente a dois shows em abril’. ‘Essa produtora é das grandes’, pensei. ‘Deve ser engano’. Daí o surrealismo no reply – ‘Abrir shows do The Cure no RJ e SP. A Herod Layne teria interesse?’ Depois de nos certificarmos que não era trote nem algum esquema pay-to-play, acertamos tudo em três emails. O surrealismo só aumentava – O crivo teria sido do próprio Robert Smith, que faz questão de escolher pessoalmente as bandas de abertura dos shows do Cure. Não entendemos até agora como chegamos até ele, mas a festa foi maior que a dúvida.

Pegamos a van na quinta-feira de manhã (4/4), rumo ao Rio de Janeiro. O motorista era um figuraça – ex-puxador de samba do Salgueiro, sobrinho de Gérson, o Canhotinha de Ouro e compadre do Zico. No caminho esquematizamos toda a estratégia de guerrilha para otimizar os poucos minutos que teríamos de setup, sempre pensando no pior – banda de abertura é sempre a que mais sofre. Mas não – tivemos tempo razoável de passagem de som, iluminação, camarim, uma equipe nos tratando como uma banda grande. ‘Tô com a diretoria!’, dizia o motorista ao telefone.

Cerca de meia hora antes de entrarmos, Robert Smith apareceu para uma rápida visita no camarim. Cumprimentou a todos, conversou amenidades, disse que nos escolheu pelo material que ouviu e assistiu na internet, e que estava ansioso para ver nosso show. E ainda nos mandou de presente garrafas de vinho e champanhe. Dá pra desenvolver aqui – Não sei de nenhuma outra banda do porte do The Cure que faça algo próximo disso. Que se preocupe em se aproximar de bandas pequenas, apoiar, ceder espaços, ser cordial e gentil. Ele não precisa fazer isso. Faz porque quer, porque gosta, porque sabe o quanto o aval dele muda toda uma história.

Em São Paulo, no sábado (6/4), a história foi semelhante. Uma mega-estrutura de palco digna de um festival, toda uma equipe de prontidão para nos ajudar. Durante a nossa passagem de som, Robert Smith tirou uns minutos para visitar o camarim da Lautmusik, banda de Porto Alegre que abriria a noite, também escolhida por ele. Soubemos que a cordialidade foi a mesma, sobrando vinho e champanhe também para o nosso camarim. O brinde com as duas bandas juntas foi um dos pontos altos da noite.

Sobre os shows, causamos a reação que esperávamos – Apatia vencida por nocaute. Até pensamos em facilitar para o público do Cure, pegando um pouco mais leve. Mas quando divulgamos o show, todos os amigos da banda e do nosso selo Sinewave demandavam por barulho. Isso nos fez mudar de ideia e escolher o set mais barulhento possível. Perderíamos o fã de ‘Boys Don’t Cry’, mas a diversão seria certa. Funcionou – Amigos comentaram que viram mãos no público rejeitando a banda nas partes calmas, e diversos punhos cerrados nas partes pesadas. No Twitter e Facebook, reações indo de ‘porcaria’ a ‘puta banda fodida’. Noise era o caminho, afinal.

Já o The Cure no palco é outra história. Mandaram uma quantidade impressionante de hits, abrindo espaço para testar os fãs menos hardcore com faixas desconhecidas de álbuns mais recentes. A voz de Robert Smith continua impecável, e Simon Gallup parece ter uns 20 anos a menos,  tamanha a energia no palco. São poucas bandas que sobem até esse patamar. ‘Shake Dog Shake’, ‘One Hundred Years’ e ‘The Kiss’ foram matadoras.

Ao final do show do Cure, fomos até o camarim deles para agradecer por tudo. Trocamos ideia com Simon Gallup e com o próprio Robert Smith. Com uma atenção fora do comum, pediu instruções de como fazer uma caipirinha com a cachaça que mandamos de presente. Nosso guitarrista, um moleque mais novo que o ‘Disintegration’ (LP do The Cure, lançado em 1989), chorava diante do ídolo, recebendo um abraço apertado de despedida. Não tem como Robert Smith ser mais cool que isso.”

© André Barcinski

Five Covers of the Cure That Don’t Suck

For this latest edition of “things that don’t suck,” we decided to look at one of the most talked-about and anticipated headliners of this year’s Austin City Limits Festival: the Cure. The Cure’s legacy in pop-culture history is inestimable. A generation of teenage goths owes their ethos to front man Robert Smith, his lyrics, his style, and his hair. Johnny Depp practically owes his career to Smith.

In terms of people owing Smith, we have to also consider how many bands owe at least a portion of their sound to Smith’s songwriting. After all, the Cure’s influence is widespread in all facets of indie-rock since the ’80s. For better or worse, though, when bands decide to pay tribute and cover one of the Cure’s tracks, the results can be pretty mixed.

So in honor of all that, I decided to look back on some of the ones that succeeded at not sucking.

5. Deftones, “If Only Tonight We Could Sleep”
Performed for MTV Icon‘s 2004 tribute to the Cure, metalheads Deftones jumped into the cover game once again to perform this classic off 1987’s Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me. Deftones have always been a pretty notorious cover band, giving their take on artists as wide-ranging as Lynyrd Skynyrd to Drive Like Jehu. Somehow, they always manage to put an interesting spin on it.

For this one, they mostly played it safe and faithful, but it’s noticeably heavier in keeping with the Deftones style. It achieved enough lasting popularity that, even though MTV Icon was discontinued in 2004, Deftones salvaged the live recording for their B-Sides & Rarities record in 2005 and again for Covers in 2011.

 4. The Smashing Pumpkins, “A Night Like This”
Digging deep into the Cure’s 1985 album The Head On the Door, the Pumpkins recorded their cover of “A Night Like This” during sessions for Mellon Collie and the Infinite Sadness and it came out on the CD single (remember those things?) for “Bullet with Butterfly Wings.” It’s not a typical Pumpkins track, though.

For one thing, former guitarist James Iha sings on it rather than front man Billy Corgan, probably because his range is deeper and matches Robert Smith’s more, and the production is lo-fi and demo-like. The cover is a surly affair, adding the “Disarm” strings and acoustic guitar while stripping it of the original’s uptempo beat and sax solo. The result is a thing of tragic beauty and one of the best covers in the Pumpkins catalogue.

3. Why?, “Close to Me”
Like the Smashing Pumpkins, Why? decided to grab a hit off The Head On the Door. This time they chose “Close to Me,” which, when you think about it, sort of sounded like a Why? song to begin with, vocals aside.

Why?’s take on it, however, decides to remove the funky beat and horns, making it into a more lilting, mournful track. Ironically, their cover ends up sounding a lot less like the original “Close to Me” and more like Why? covering a track far more typical of the Cure’s downbeat style.

 
2. Converge, “Disintegration”

Of all the bands you’d expect to take on the Cure, metalcore gods Converge would probably be low on your list, but it makes sense. The hook of both bands is the emotional intensity conveyed and the intimate connection between listener and artist. In that respect, Robert Smith and Jacob Bannon have a lot in common.

Obviously, this cover is not going to be for everyone, because Bannon approaches the vocals with his own style, screaming and all, and the band makes the song a lot heavier and more distorted. But personally, I feel Converge takes an already dark, emotional song, and brings out a completely new side of it. Where the Cure’s approach was from the depressive, Converge’s is the manic, full of rage and lashing out. In that respect, the two complement each other quite well.

1. Dinosaur Jr., “Just Like Heaven”
Dinosaur Jr. have always been accomplished cover artists, infusing every song they do with their trademark energy and loudness and stripping away anything anyone who doesn’t like Dinosaur Jr. could appreciate. For “Just Like Heaven,” they took the basic framework and made it a college rock anthem, complete with heavy shout choruses and a an abrupt ending that confuses listeners to this day. (The real reason was cause J Mascis didn’t know how to play the rest of the song.)

For his part, Robert Smith seems to love the band’s rendition, saying “it was so passionate. It was fantastic. I’ve never had such a visceral reaction to a cover version before or since.” However, he didn’t seem so fond back in the ’80s, nor did Dinosaur Jr. sound too fond of the maudlin Cure front man.

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“Me tengo que hacer cargo de la invención del rock gótico”

Habla el líder de la banda que influyó a Soda Stereo en los ‘80, y que se convirtió en “Los Beatles de los góticos y los emos” antes de su recital de hoy en River.

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La charla telefónica con Robert Smith iba llegando al final. Desde Asunción del Paraguay, el líder de The Cure sonaba amable y distendido: sus más de tres décadas al frente de la banda hacen que conozca a la perfección que parte de su trabajo como estrella de rock consiste en responder varias veces las mismas preguntas.

Y en el caso de la prensa argentina, hay una que no va a faltar: su recuerdo de los caóticos conciertos de su grupo los días 17 y 18 marzo de 1987 en el estadio de Ferro, que incluyeron batallas en el campo de juego entre la seguridad privada del evento y jóvenes en ambas jornadas, con represión, detenidos y hasta un dóberman de los uniformados y un vendedor de panchos muertos (el primero a puntapiés de los fans; el segundo, por un infarto). Smith ya se refirió al asunto en un diario íntimo de ese tour que llevó para el desaparecido semanario británico Melody Maker y en una nota a la revista Q en 2002, con expresiones un tanto apocalípticas (“El campo no tiene nada que envidiarle a Beirut y estamos más que aliviados de haber podido llegar al hotel. Me voy a la cama hecho pedazos; mis compañeros se acomodan en el bar mientras yo sueño con asesinatos”), y si bien no escapa al bulto (“Cuando estábamos en camarines la gente de seguridad nos dijo que no podíamos subir al escenario, y eso nos puso un poco inseguros”), rechaza otras afirmaciones: “Se han dicho muchas cosas acerca de esos recitales, pero siempre se vuelve al hecho de que no volvimos a tocar en la Argentina porque me quedé con miedo por todo lo que ocurrió. Y es mentira. No volvimos porque no se dio. En nuestra trayectoria tocamos sólo una vez en Moscú o en China, en lugares donde no hubo líos. Ahora volvemos y está buenísimo: siempre veo en los recitales de The Cure, en muchos lugares del mundo, banderas argentinas”.

Una banda de nicho que trascendió su origen hasta hacerse apta para todo público: esa es una buena forma de analizar el modelo 2013 de The Cure. Smith puede tocar como invitado de David Bowie y Korn y aparecer en el último CD de Crystal Castles, influir en el look personal y la estética de las películas de otro referente emo como Tim Burton o ser el faro a seguir de combos tan disímiles como los estadounidenses Interpol, The Rapture y My Chemical Romance o los diálogos entre la guitarra y el bajo de la sensación inglesa The XX y salir indemne de toda crítica oportunista. Dice Smith al respecto: “Me siento muy feliz cuando veo que pudimos influir en grupos tan distintos, más que nada porque casi siempre los termino conociendo y son personas excepcionales. Inspirar a gente para que haga música termina siendo una de las cuestiones más lindas que, después de tantos años, le deja a uno este oficio. Entre los que nombras, The XX tiene cosas de nuestra época de Seventeen Seconds y Faith, y más que nada me gustan que sean tan tranquilos como personas”.

El último disco de The Cure fue “4:13 Dream”, del 2008. Desde entonces el grupo sólo se dedicó a tocar en vivo. ¿Qué planes hay para un nuevo disco?

Hay planes para un nuevo disco de The Cure. Hay canciones que tenemos grabadas y que me gustaría reescuchar y en algunos casos volver a grabar, y otras que esperan ser compuestas. No hay una fecha confirmada, pero sí sacaremos un nuevo disco.

 

En los shows de esta gira sudamericana están tocando una lista de cuarenta canciones por concierto. ¿Cuál es el proceso de la banda para seleccionar esas canciones, teniendo en cuenta todas las que tienen para elegir?

Tenemos ensayadas entre sesenta y setenta canciones para esta gira. Decidimos montar un show que contemple todas las facetas que posee The Cure, desde el comienzo del grupo hasta ahora. Queremos que la audiencia se sienta como en el medio de un viaje. Y también queremos tocar esas canciones que todos quieren escuchar porque son parte de sus vidas, y de las nuestras, también.

 

The Cure fue uno de los primeros grupos que decidió salir de gira para volver a tocar discos viejos de manera completa respetando el orden de las canciones. ¿Qué pensás de esa tendencia, que es muy usual en estos momentos?

Creo que si los discos son buenos volver a tocarlos enteros es una muy buena idea (risas). En el Trilogy Tour de 2002 yo quise marcar la conexión que hay entre Pornography (82), Desintegration (89) y Bloodflowers (00) y la evolución que tuvo ese sonido. También me pasó que vi un show de David Bowie en París, de la época de Heathen, y él tocó todo su disco Low, aunque no en el orden en el que aparecen las canciones. Y me pareció una buena idea para llevar a cabo.

 

Tanto The Cure y Siouxsie & The Banshees (donde tocaste como músico invitado) fueron catalogados como grupos góticos en su momento, etiqueta que persiste aún hoy. ¿Te ves como una especie de padrino de los chicos góticos de hoy?

Las clasificaciones que recibió The Cure desde que arrancamos con Three Imaginary Boys son muy graciosas. Para Seventeen Seconds ya habíamos dejado de ser punks o post punks y éramos el grupo de los pilotos y los sobretodos, y luego fuimos darks, psicodélicos, góticos, pop y más… El cambio de las etiquetas de la prensa también tiene que ver con los cambios del sonido del grupo. Pero entiendo el cliché de quienes desde el videoclip de Love Cats dijeron “The Cure es una banda gótica” y que esa denominación aún nos persiga. Nosotros propiciamos ese imaginario y yo, en lo particular, me tengo que hacer cargo de la invención del rock gótico…

 

Y después de tantos años, ¿cómo te sentís cuando te tenés que volver a poner el maquillaje, pintarte los labios, pararte los pelos y hacer el personaje de Robert Smith de nuevo?

¡Yo soy Robert Smith siempre! Y luzco bastante similar a como me ves en escena cuando me levanto o cuando salgo con mi auto a dar una vuelta para buscar a mis sobrinos o a hacer las compras. Uso mucho más maquillaje cuando estoy arriba del escenario que en el día a día, pero no me gusta marcar diferencias entre lo que soy en lo público o en lo privado. Cuando estoy en casa soy un tipo bastante tranquilo, y creo que finalmente eso se refleja cuando toco en vivo.

© Pablo Strozza & Clarín

Robert Smith y una frase sobre la muerte de Thatcher

En el recital de anoche en River, el cantante de The Cure mostró una frase en su guitarra de una canción de la película El Mago de Oz que se convirtió en el símbolo del festejo por la muerte de la ex primer ministra británica

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La muerte de Margaret Thatcher , la ex primera Ministra de Gran Bretaña, quienes estuvieron en contra de su política y su liderazgo, festejaron. Lo hicieron de varias formas y una de ellas tuvo vinculación con la película El Mago de Oz.

Ding Dong! The Witch is Dead (Ding dong la bruja está muerta), la canción principal del film que se convirtió en la banda sonora de las fiestas callejeras anti-Thatcher, aumentó sus ventas desde la muerte de la Dama de Hierro. El hit alcanzó la cuarta posición en el ranking en el Reino Unido.

Anoche, en la cancha de River, sumó otra adhesión en forma de calcomanía en la guitarra de Robert Smith, el cantante de The Cure, que ayer se presentó en el estadio Monumental .

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Tras el fallecimiento de Thatcher a los 87 años, la canción subió en el ránking de “The Official Charts”, el organismo que certifica las ventas de la industria musical británica, tras vender más de 20.000 copias.

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Robert Smith: Si no vas al concierto de The Cure te odiarás toda la vida

Este miércoles 17, The Cure hará retumbar el Estadio Nacional, pero antes Robert Smith, líder y vocalista de la mítica banda británica, conversó en exclusiva con Radio Oxígeno, del Grupo RPP.

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¿Cómo está yendo el tour hasta ahora?
Es genial. Hasta ahora muy bien, es el tour más corto que hemos hecho.

¿Cómo se preparan para un show?
No tenemos algo especial. Media hora antes de salir al escenario nos reunimos, revisamos los instrumentos, tocamos algunas canciones. Minutos antes, siempre pensamos que será el mejor y último concierto que daremos. Es un día muy largo. Los telorenos son importantes porque nosotros los elegimos, y en ese momento los conocemos. Es un día interesante, pues conocemos a mucha gente, pero todo eso nos lleva al momento más importante, que es cuando tocamos en el escenario.

¿Cómo así eligen a los teloneros?
Fueron aproximadamente 25 nombres de bandas que revisamos para el concierto en el Perú. Es una mixtura, diferente en cada país de Sudamérica. Nosotros elegimos a los teloneros, vemos el performance de las bandas, no solo las escuchamos. Queremos que ellos se entreguen en el escenario. Deben ser apasionados con lo que hacen y eso hace que los escojamos.

¿The Cure prefiere tocar en grandes auditorios o en pequeños lugares?
Es una pregunta con truco. Hemos tocado en auditorios enormes con mucha gente como en Estados Unidos. Para The Cure puede ser mejor hacerlo en un escenario algo chico, porque uno se vuelve consciente de la audiencia que te escucha, y te enganchas con ella. Aunque… al final no importa la cantidad de gente, si sientes que está contigo en el escenario no importa cuántos sean.

En tu experiencia como músico ¿qué significa el rock para tí?
Es un medio muy poderoso para engancharse con la audiencia. Si lo usas bien puedes generar sentimientos profundos. Muchos piensan que los artistas que tocan rock no terminan tan bien, eso es parte de los clichés.

En un principio, tú no te viste como cantante ¿cómo así cambiaste y decidiste cantar?, ¿qué crees que se necesita para ser un buen intérprete?
He conocido a muchos cantantes a lo largo de los años, y muchos de los antiguos tienen una gran confianza en sí mismos. Y bueno, yo no tenía mucha cuando comencé a tocar. Empecé con la guitarra, estaba muy metido en la música, pero (en esa época) no quería ni hablar, menos cantar, no quería mirar a la audiencia. Cuando estuve en el escenario por primera vez, estuve de lleno en el rol del cantante. Cuando empecé a cantar todo fue muy raro, por eso es que soy tan peculiar y tan distinto a otros artistas, no soy un cantante natural. Al estar en contacto con el público, se me abrió otro mundo. Entendí que no podía estar metido en mi guitarra, sin mirar a la gente.
En general, me concentro más en cómo canto y en la emoción que le pongo, en lugar de los gestos o en las rutinas de baile. Ahora tengo más confianza en mí mismo. Muchos artistas son de hacerse notar más, dentro y fuera del escenario, yo soy muy tranquilo.

Muchos artistas dicen que tú has inspirado su música u otras expresiones artísticas…
Soy consciente de la grandeza de The Cure. Me gusta la música de los artistas que dicen que fueron influenciados por la banda. Yo tengo un gusto muy particular por la música, pero como me gusta el género (rock), una banda tiene que ser particularmente mala para que no sea de mi agrado. Estoy muy complacido por los artistas que dicen que están influenciados por The Cure, es una gran diversidad de gente que dice que nosotros los hemos influenciado. Quizá, no son grandes grupos, algunos un poco desconocidos.
Algo que es importante para The Cure, casi tanto como la música misma, es que nosotros usamos nuestros propios términos, hacemos las cosas a nuestra manera y eso es imprescindible para un artista.

¿Y cómo te sientes cuando estas agrupaciones dicen que The Cure los ha influenciado?
Es lo más satisfactorio. Probablemente, lo más importante que nos haya pasado. Tener la aprobación pública es muy importante y debe ser una de las razones por la que los artistas dan a conocer su arte, además de satisfacer la demanda del público. Y eso es bueno, que a la gente le guste lo que tú quieres expresar. Es algo muy especial lo que se siente. Es genial, cuando me encuentro con alguien en la calle y me dice que The Cure lo ha inspirado por el sonido o por el grupo en sí. ¡Es un gran sentimiento!

Pensamos que para ustedes todas sus canciones son importantes, pero ¿tienen alguna especial?
Depende del contexto de dónde estemos, cuando tocamos en un show en vivo. No tenemos una canción específica, no sabemos con qué tema la gente va a reaccionar. Es diferente si cantamos “Friday I’m in love” frente a 20 mil personas, y si todos corean el tema contigo, tengo que decir “es una buena canción”… Me gusta que aún les gusten las canciones clásicas por eso las seguimos tocando.

¿Alguna canción que no sea de The Cure que te hubiera gustado escribir?
Happy Birthday.

¿Sí? ¿Tienes alguna versión en especial?
La hemos tocado en el escenario una o dos veces, cuando es el cumpleaños de alguien. Me habría gustado escribir más de mil canciones que me gustan, pero si yo las hubiera escrito no serían mis canciones favoritas.

¿Qué piensas de la música en internet?
Creo que el Internet es un arma de doble filo. La gente lo usa, se expresa por Internet y eso es bueno, es una herramienta para la libertad. Pero también está usado por gente que no siempre hace las cosas bien. Sobre la música, considero que es algo bueno, pero estoy en contra de la descarga gratuita porque no es justo. El artista tiene que ponerle precio a su arte. No estoy de acuerdo con la descarga gratis. Es moralmente malo. Aunque no tengo nada contra internet.

¿Nos dijeron que sabías un poquito de español?
No sé nada de español, aprendí francés y traté de aprender alemán. Pero nunca aprendí español, me hubiera gustado pero… ya es un poco tarde. Si entendiera el español, sería como conocer un nuevo mundo.

Robert, algunas palabras para tus fans peruanos…
Deberían ir al concierto de The Cure este 17 de abril porque si no lo haces, te odiarás toda la vida.

© Radio Oxígeno